18 de marzo de 2012

cambio de piel

Necesitaba un tiempo,
tiempo para pensar,
tiempo para olvidar,
tiempo para mi.

Creí que por una vez,
me había equivocado,
y respiré aliviada al comprobar,
que si existian los hombres buenos.
De esos que te cuidan y se preocupan por ti,
de los que no piden nada a cambio de todo.

Un hombre bueno...
te despierta con una caricia cada mañana.
Un hombre bueno...
sabe valorar lo que tiene sin necesidad de perderlo.
Un hombre bueno...
nunca miente ni oculta verdades a medias.
Un hombre bueno...
ama sin remordimientos.
Un hombre bueno...
siempre está a tu lado aunque no te coja la mano.

Y yo había encontrado uno,
capaz de hacerme sonreir cuando más lo necesitaba,
uno que hacía planes de futuro sin tener claro un presente,
un soñador, cariñoso y dulce,
alguien que me hacía desear que el tiempo corriese,
y con quien volvía a tener esa sensación curiosa
del aletear de mil mariposas con sólo ver su sonrisa...

Estaba feliz. Y eso me hacía desconfiar.

Pero lo bueno no esta hecho para mí...
lo mio son los errores.
Y una vez más...
me estaba confundiendo.

Un día, sin avisar,
se calló la venda de mis ojos...
o tal vez fué la careta que llevabas...

La verdad salió a la luz,
los hombres buenos no existen,
y tú no ibas a ser una excepción.

Pero ya me conocía este cuento,
y esta vez,
el final no me iba a pillar desprevenida...
Así que cerré el libro antes de acabar.
No mereces que sufra,
y yo no estoy dispuesta a hacerlo.

El tiempo que ha pasado,
me ha ayudado a olvidar,
he aprendido de tí,
y estoy segura que tú de mi también.